A mi niña Rosa
Resurge de nuevo, mi niña, crece,
como el sol que cada tarde se oscurece
para blandir las nubes y su algarabía.
Renace las miradas y los gestos al día,
dile, háblale por hablar,
busca la complicidad con el mar,
y su llamada para que alcances la esperanza.
Late, vibra sobre la arena, llénala de alabanza
para calzar los instantes de lo bello
a tu antojo en la sombra a tu cabello.
Que el amarillo incólume te pertenece,
su sal y su regocijo vespertino que perece.
Que la mañana te acaricie la sonrisa
y la noche te
reconforte el alma sin prisa.