Gracias, Yolanda García Ares por las fotos.
Aquí está mi poema:
EL NÉCTAR DE TU VOZ EN MI MEMORIA
“No
he de callar por más que con el dedo,
ya tocando la boca o ya la frente,
silencio avises o amenaces miedo.”
Francisco de
Quevedo
Y no he de callar de miedo,
los márgenes de la vida se superponen
por los caminos de la libertad,
entre los pasos amenazantes
que en la colina del silencio se
arraciman
en enjambres adoquinados de tierra
prieta.
Que tu memoria no sea frágil,
dúctilmente maleable en la vorágine,
que fluya el néctar diario de tu voz
en mi memoria
por el sendero de nuestras creencias,
que el vivo caminar atenaza
en el sueño empedrado del olvido.
Que mis manos desbrocen las almas
intranquilas
y deshagan la madeja de nuestra
historia.
Que tu vientre escondido allá o aquí
no sea una traición al tiempo,
al impávido corazón de tu suerte.
Tú que fuiste ente,
tú, que fuiste muerte.
Que los márgenes se superpongan
por las anchas avenidas de la
libertad,
sin manos que las nuestras aprieten,
ni gritos que las gargantas agrieten.
La libertad sin pasos amenazantes
que hacia la colina nuestra voz palpite,
desde donde vislumbremos nuestro
futuro,
nuestro presente, nuestro pasado, en
libertad.
Hagamos tú y yo que el tiempo vele
las imágenes poéticas del dolor,
en mi memoria el néctar diario de tu
voz
y mi venganza sea el amor.También leí un poema de Lola Fontecha:
¡Pobre
flor! ¡Qué mal naciste!
¡Qué
fatal que fue tu suerte!
Al
primer paso que diste
tropezaste
con la muerte.
El
dejarte, es cosa triste
el
cogerte, cosa fuerte,
pues
dejarte con la vida
es
quedarte con la muerte.
Miguel
Hernández
Mi llanto en apuesta perdida, lo cambio por seguir luchando en el recuerdo,
y marcar a fuego en el camino de mis pasos, cada día y como seña de identidad
los principios y creencias que te arrancaron de mi lado y que dan sentido a mis
días.
De nuevo un día gris
volví a ese lugar que te inmoviliza,
clamando al cielo a voz en grito
el no haberte podido conocer.
Tus suplencias van conmigo
en pasos marcados de futuro
con el dedo acusador
que te arrebató.
Tu físico selló principios
en talante aprendido
y carácter malherido.
Peleé por defender tu nombre
apartando el miedo que sitiaba
el hecho de sacarlo a la luz.
El velo del miedo quedó al descubierto
entre sabanas níveas de conocimiento
y me crucé con tus alas
un día frío de invierno.
El silencio se hizo acopio de tu recuerdo
tras foto gris en cajón guardada
y la voz apagada
tras los sueños perdidos
de cuatro niños que aguardaban tu regreso.
Un sin nombre más,
que sumar al olvido
vomitaron mis dudas
en lugar insondable.
Quería saber porqué no estabas,
porqué nunca me abrazaron tus palabras.
Los años me atraparon entre alegatos mal paridos,
y excusas vacías que te quitaban la vida.
La duda tragó quebranto
cayendo de bruces
sobre tu nombre mal escrito en papel olvidado.
Sin ser delincuente, te acusaron
desafecto al régimen
Las leyes se pasaron tus derechos
por el forro del pantalón.
Una pena de muerte y dos consejos de guerra
te arrebataron la vida en aquellas paredes.
Y yo
seguiré luchando hasta que esa sentencia
de tu nombre algún día consiga arrancar,
porque el único delito por ti cometido
fue defender lo legalmente establecido
y
el derecho a la libertad.