viernes, 20 de agosto de 2010

KAIROS

La acariciaba,
plácidamente,
sensualmente,
sin frenesí,
con sus níveos labios
mojados de deleite.
Gozosa,
besaba su rostro de sol,
su brillo de mar en mar.
Amantes adolescentes,
cada mañana,
atraídos,
se confunden en el día,
fundidos en uno
en sal y arena cálida.

La acariciaba,
la besaba en el albor
y al atardecer morían,
día tras día,
torso a torso…
desnudos…
seducidos en todo su amor.
Y no hallaban mayor dicha
que abrazarse en un vals,
danzando en sintonía,
meciendo el vaivén del amanecer,
murmullo de complicidad,
ronroneo, calor, serenidad.

El sol oscureció el día
y sus rostros quedaron ya sin color,
mas continuaban susurrándose
plateadas palabras de amor…
a la luna, luna… luna…

Oh luna llena,
despliega tus cabellos dorados
entre las sombras nocturnas de su amor.

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