Aquí está el poema que le escribí a mi madre y le entregué, hace cuatro años, el día de la madre, en plena enfermedad.
Fue lo último que le pude llevar y leer, en un banco de la plaza Candelaria...
¡MAMÁ, MAMÁ!
¡Cuántas cosas he
de decirte, mamá!
¡Cuánto te quiero!
Que cada lágrima
golpea en mi
corazón
como las gotas de
lluvia
en la arena de la
playa desierta
Quiero que vuelvas
a reírte,
reírte conmigo,
e iluminar tu cara
como el sol aclara
el espejo marino
y el oleaje salino
que torne tu voz
quebrada
en el olor a tierra
mojada
por el dolor de tu
costado,
Quiero besar de
nuevo tu suave cara,
y desaparecer entre
tus piernas
para jugar a las
escondidas,
hasta que de un
guiño
¡Mamá, mamá…!
¡Acaríciame,
acurrúcame en tu
pecho
¡cuántas cosas he
de decirte, mamá!
¡Cuánto te quiero!
No llores, no
llores más.
¡Te quiero!
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