Siento frío en mis dóciles manos,
angustia y dominio pleno,
y en el trasunto de mis voces
hallo el eco de tus ánimas libres.
Mas siento envidia de mis manos
que actúan con la libertad de los
días sin sentido,
de los versos que lidero esta tarde,
de mi voz en los sueños libres,
libres, libertad de escribir y
encender,
libertad de coger, de palpar,
de pasar página en la oscuridad,
de pulsar un botón y apagar las
sendas inútiles.
Y de mis manos la envidia me aploma
cuando pueden detenerte y despedirme,
acallar y acompasar,
acariciar y enamorar,
alimentar y pedir.
Pues mis manos son libres de sentir,
de obstruir y crear,
de destruir y alcanzar,
y perpetuar el desánimo,
o reanimar hasta entregar la vida.
Puede refrenarme y golpear,
cortar por lo sano
y sanar antes que cortar.
Mis manos tienen vida propia
y su propia vida las hace ser libres.
Mas yo tengo vida propia
y no soy libre de crearte.
Siento envidia de mis manos,
puedo hablarles y enfadarme con
ellas.
Y mi libertad reclamo al acecho
de los días sin invento y sin
sorpresa,
porque sea libre mi torpeza,
abro mi corazón y mi extraviado
pecho.
1 comentario:
Siempre libres...
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