Cuando me amenace el último,
último poema sediento de su lectura,las postreras olas cabalgarán
sobre mi cuerpo con premura.
Mi voz no fenecerá para sus adentros,
aliviará mis páginas amarillentas,
y sucumbirá en mis anhelos de sabiduría.
Cuando me atenace el frío verso
último de mi vida ya reposada, y las rimas ya no irradien fuerza
a los brazos del tiempo…,
me abofetearán las nubes en mi ojos
y me cegarán en la ignorancia senil.
Cuando la aliteración de pensamientos
haga sucumbir los pasos fatigadosde los insensibles días transcurridos en desvaríos.
Y mis manos, débiles y apaciguadamente grietas,
reclamen tu ayuda para calmar
mis ansias de tropezar sobre mis pasos…
Transgrediré mi ego somnoliento
y blandiré mi espada contra ella.
Ella, ella sorteará mi ímpetu blasfemo,
intentando doblegarme, mas no osaré a claudicar,
he de saltar sobre las ásperas laderas
de la desidia y romper las piedras
que me atraviesen de parte a parte.
Escribiré mi último poema,
mi último verso arrítmico para ti.Abandonaré los despectivos trazos de mi vida,
te besaré, te mimaré, te calzaré
hasta ensangrentar mis pies insanguíneos.
He de hallarla agazapada
tras los cristales diluidos entre el
vapory el frío día consumado,
ocaso lascivo y peripatético…
de grises recuerdos sintomáticos
y ocres ofensas cíclicas…
resurgiendo, redescubriendo…
desenvueltos de toda lírica.
Ella, ella, ella…
Oh, ella…, vida y muerte de mis versos.
1 comentario:
Quiero formar parte de este último aliento versado...
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