Haciéndome lacitos rosas
en mi corazón vespertino,
abrazándome con tu mirada
de ojitos de luna iluminada,
paladeando las nubes vírgenes
sobre las que vuelan sílfides
y entre mis vívidas manos juegas,
mi niña de la libertad imaginada.
Te quiero y te quiero,
entre un mar de estrellas aladas
de las voces de la fantasía
y canciones dulcemente hechizadas,
con tus pestañas de colores
y los pétalos almibarados…
Que te reverencian duendes y hadas,
princesas y reinos de arcoíris,
y un mar de olas de plata…
Llévame, mi niña Rosa,
por un laberinto de setos primores,
en el que descubramos sendas
maravillosas,
misterios deshojados y nacaradas
conchas,
árboles aterciopelados y
multicolores,
aromas de imposibles flores,
de cálidos y jugosos néctares,
llenitos de golosinas sabrosas
y de regalices policromados…
Ven, mi Rosa engalanada,
mi dulce niña tanto amada.
Parpadéame con tu sonrisa,
abanícame con tu cabello
y envuélveme de cálido manto,
de azules amapolas rociadas,
que reflejen mi asombro y tu encanto,
tu hermosura de miel y amaranto.
Acompáñame los atardeceres rojos,
pintados en el lienzo de tus ojos,
que de óleo ya recubres gozosa,
mis anhelos y esperanzas arrancas,
mariposa de alas blancas,
mi niña, niña Rosa,
de tu mirada amor me mojo
esta tarde de luz esplendorosa.
7 comentarios:
Muy lindo amor de padre, que las madres no tenemos la exclusividad.
Hermosos y delicados versos.
Saludos desde El Bierzo
Hermosos y delicados versos.
Saludos desde El Bierzo
Gracias, mi Lola, yo, padre, me siento madre y padre.
¡¡¡Ayyyy!!! padrazo y poeta. Qué suerte tu niña con tenerte como papá.Besos compañero. Muy lindo.
Gracias, tocayo, me llegan al corazón tus comentarios.
Gracias, Mercedes, por tus palabras.
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