AY, ACEBUCHE
Resistiendo decires y sinsabores,
tú que fuiste rey del olivar.
Ay humilde y sagrado óleo,
hoy sucumbes ante su altar.
Oh, acebuche que sumiso creciste
y a mi amor fiel te hiciste.
Tú que soportas incólume el calor
y te arrugas con el frío invernal.
Esas dulces y finas lunarinas,
tus glaucas acebuchinas,
bíblico manjar para las aves
del descanso otoñal,
que maman de tus tetillas
la oleosa leche de tus frutos ojivales.
Y esas danzarinas hojillas
que almibaran mi corazón,
blandiendo su asaetado verdor
en fragancias de aromáticos bálsamos.
Ay humilde y sagrado óleo,
que ansía llegar a la alcuza,
ven, ven,
que mi alma se despeluza.
2 comentarios:
Donde todo comienza, lo que se experimenta si se olvidan de él. Acebuche...
Digo que sí, todo comienza en él, el ancestro del olivo.
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