Besándome
los dedos,
lentamente, despacio,
uno a uno en
resurgir,
cultivando
cosquillas
de ósculas
caricias,
de níveos
encantos,
arrullados y
aclamados
por tu
espumosa sonrisa,
por tu
delicada fragancia
que
latentemente en mi sino
absorbo
entre perfumes salinos…
Y me rindes
pleitesía,
me clamas
sin aspavientos,
arrodillándote
ante mí,
yo dejándome
hipnotizar,
yo dejándome
ser,
tú, sumisa
ardiente…
Ah, suave
verdor,
suave
frescor que me alivia,
suave fragancia,
besos de
sal,
besos de
mar,
ay, mar,
mar, la mar…
Sobre la
arena yo,
tú verdeando
mis contornos
sorbiendo
mis dedos,
besándome,
besándome,
ay, mar, mar, la mar.
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