Me podréis
decir que soy un soñador,
podréis
alegar que soy un vividor,
que mi
toma de ser es romántica,
que soy un
risueño idealista,
que me
subo al tren de la vida,
sin
pararme en ninguna estación,
que me
apunto a un bombardeo
y no mato
ni a una hormiga,
ni a un
hormigón,
porque mi
humilde belicosidad
se perdió
en una infancia sin maldad.
Que de la
existencia mucho espero
y que aún en
la utopía no desespero.
Que
escribo y vivo sin un pero,
gaditaneando
sin ser gadita,
Y mi alma,
siempre expedita,
se
optimiza entre el viento de los días
entre los
lugares de los sueños,
y los
sueños, sueños son,
con ton y
son,
porque mis
sueños son vida,
y mi vida
una ilusión.
Y ni
quito, ni pongo,
de lo que
siempre dispongo.
Y ni pongo
ni quito
en el
ecuador de mi vida,
porque me
rebelo, rebelando,
y en
nocturno, divagando.
Y ni
quito, ni pongo,
de lo que
viviendo dispongo.
Y ni pongo,
ni quito
de todo lo
que admito,
a lo largo
de mi vida,
la fuente siempre
a la brecha
y mi
madurez con ella se pertrecha.
Y ni
quito, ni pongo,
de lo que
encuentro y dispongo.
Y ni
pongo, ni quito
pues la
poesía es un rito,
que la luz
del mar me enseña
una vida febril
y risueña.
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