TIEMBLA
Tiembla por su pie la tierra,
las nubes y el polvo tiemblan.
Tiemblan negro vivo,
tiembla su mirada galopante,
su bufido penetrante,
su magnánima furia.
Tiembla rojo de ira el sol
porque la luna enamora
su penetrante negrura
en la impaciencia del atardecer.
Tiembla de brillo la luna,
reflejos de azabache,
en la sombra del día,
en la opacidad de las tinieblas.
Tiembla y retiembla en su bravura,
gestionando sus hechuras
que no necesita capote
ni plaza alguna para ser toro,
para perseguir su sombra
hasta que se le acabe.
Tiembla y retiembla el toro,
que llena de alabanzas
la tierra que de uro fecunda,
y de vigor inunda
con su albina cornamenta
que a la manada alienta.
Tiemblan sus ojos colmados de
inocencia…
¡Tiembla, toro, tiembla!
encumbrado en su tienta,
que ni rojo te solivianta.
Tiembla por tu pie la tierra,
entre las nubes y el polvo…,
galopante…, ¡toro!
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