Cuando su voz con tu voz se
arrullan,
la guitarra dialoga con tu
corazón,
porque los versos son besos
que aprietan el alma de dios.
Entre cuerdas que reciben
abrazos
en el dulce cansancio del amor,
porque aún quedan los rastrojos
que reavivan el mango o el
hinojo.
Y nada más sencillo que tu
idioma
de la vida y el sentimiento,
que tu música es el alimento
y tus poemas mi axioma.
Que en un campo de primavera
cimbrea
su cuerpo de alondra dormida,
tus dedos la aprietan amante,
mientras el mundo, tan distante,
tiembla al son de su voz,
rasgando dulcemente tu cintura,
acompañándola en sus andares,
tu fiel acompañante.
Y nace un nuevo y bello día
y vuestras voces trascienden la
tristeza
en única voz de este calmante
mundo sin fronteras de herejías
ni asas para llevarlo a cada
instante,
en este mundo límpido y
solidario,
como única y breve certeza.
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