Ese plato
tan exquisito,
merece gran reputación,
unas papas
con huevo frito,
se comen en
cualquier rincón.
La yema
anaranjada invita,
con un trozo
de un buen pan,
de forma clara
y expedita
a mojarlo en
profundidad.
Y si la yema
es amarilla,
también es
gran manjar,
que no es en
tortilla,
que yo pueda
el pan bañar.
Las patatas
en rodajas o tacos,
en su punto
de fritura,
que se lo
diga a Paco,
y con su
justa finura.
Virgen
aceite de oliva,
que es la
sabrosa diva
de este gran
invento.
Y si le
añades un pimiento
o una loncha
de jamón
saborearás
el momento
con mucha
más emoción.
Así que si
amas el buen yantar,
elige esta
espléndida comida
que siempre
da que hablar,
y exalta a
quien convida.
Pero, ¡por
dios!, que a esta ricura
venerada por
aclamación,
y que es una
auténtica hermosura,
no la llamen
comida del cabrón.