Anoche, poesía, música, teatro, pintura, arte, magia.
Anoche, sí que sí, la Indocencia más unida que nunca rindió homenaje al arte, a la primavera.
Anoche, otra vez más, unidos por la literatura, la Indocencia, acompañada por el grupo Posteatro, Paco Medina, Antonio Flor, Olimpia y al saxo, cómo no, del gran Benito Gallardo, le sacó todo el jugo a la tarde-noche primaveral, en el marco inmejorable del patio de la calle Barja. Gracias Luna Nueva, por la cesión de este lugar de encuentro, que estuvo lleno a rebosar.
Este fue el poema que Ramón Luque y yo preparamos para homenajear a la primavera:
LA
PRIMAVERA:
¿AMOR
O ALERGIA?
De Ramón Luque y Paco Velázquez
Ramón:
La primavera… ¡Qué hermosa!
Un manantial de agua clara
que renueva con su espíritu
las ilusiones del alma.
Es la pasión del amor
desenfrenado que manda
sobre normas y razones
que al espíritu amordazan.
El amor primaveral
es como un campo de versos,
su fragancia son caricias,
las flores los sentimientos
que embriagan al corazón
con el dulzor de sus besos.
¡Qué venga la primavera
para de nuevo sentir
como el amor en mí vive
y así sentirme feliz!
Paco:
La primavera ya es un clamor,
un mágico sentimiento,
un trágico sentimiento,
un gran padecimiento,
¡un enorme picor!
Estornudos, nariz de desconcierto,
garganta, ¡cuánto dolor!
Un apasionado poema…
¿cómo sentir amor
y aun simpatía
si padezco con horror
la amarga alergía…
Porque la humanidad lo tolera
desde el álgido albor…
Y he de mandar a galera
a una simple flor
que me produce por doquiera
este tremendo resquemor.
Ramón:
Te escucho hablar y me duele
como al amor antepones
cuatro tontos estornudos
y la alergia por el polen.
No nombras la mariposa
de vuelo multicolor
e identificas las flores
con picores y dolor.
Yo no entiendo, de verdad,
tú falta de sentimientos:
la primavera es amor
vestido de lindos versos.
Y además es la pasión
de un corazón encendido
que rebrota cada año
enamorado y cautivo
de otro joven corazón
que se mueve al mismo ritmo.
Paco:
En verdad, amigo Ramón,
que siento una profunda agonía,
en todo mi tembloroso cuerpo
al pasar moribundo los días.
La mariposa, estoy seguro,
que no alcanza la apatía
que padezco, oh, señor,
¿y aún quieres que me ría?
De
colores el campo se llena,
de
versos a la amada mía.
De
colores y versos fatuos
por
oler lo que mi nariz olía.
Y si
esto es pasión
y el
corazón lo encendía,
¡te
juro por Dios!
que
en cada estornudo me moría
y no
hay amor que me mueva,
pues
la razón con el polen perdía.
Ramón
y Paco:
No
comprendo, pero en fin,
todo
tiene su color
digamos
que trae picores
y el
aroma del amor.
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