Los tiempos no son el tiempo. Ni
mi tiempo.
Los tiempos
que degusto en las vacaciones no es el tiempo que discurre en mi vida. ¡Cómo
pasa el tiempo! ¡Cómo pasan los años! ¡Cómo pasa la vida!
Y sin embargo,
¡cómo disfruto el tiempo en vacaciones en familia y con los amigos! ¡Y cómo lo
vivo también en el trabajo! Mi tiempo es tiempo vivo para mí, en mí. Y recreo
la viveza del tiempo diario.
Y, sin
embargo, la infinitud del tiempo me ata a los años que adoro. ¡Si viviera más
de lo que he vivido…! Porque mi sensación de vivir es densa, consistente, y los
años, ahora con más de medio siglo a mis espaldas, que no a mi pecho, los dejo
atrás con la esperanza de que los he vivido y los llevo a cuestas sin
confrontación con el presente ni con el tiempo sideral, pues no ha pasado en mí
tan rápido como mi edad, que siento sin aspavientos con menos tiempo vivido.
Porque he
vivido mucho y sentido más, y mi corazón no sufre de la histeria colectiva, pues,
a pesar de lo que dice el inconsciente colectivo, me siento joven, tal vez con
veinte años menos, sí, una treintena llevan las alforjas de mi corazón.
Hoy sí, he
asumido que sesenta años no son nada si se han sentido hasta el último
instante. ¡Ni setenta! Y aún menos, que todavía no llevo cumplidos media década
de los cincuenta.
Y cuando
alcance los ochenta quizás sea o me digan viejo, pero quiero, entonces, calmar
las ansias de no vivir y llevar el tiempo más vivido de mi vida y los años más
cumplidos en mis instantes.
¿Después? Que
digan lo que digan. Los años podrán venir sin mucha prisa, les abriré la puerta
y les dejaré pasar, para que me cojan seriamente y con sentido.
Hasta que
llegue el fin de mi tiempo… de todo el tiempo.
Mas, mientras
tanto… como dijo la poeta… ¡A celebrar el día a diario!
2 comentarios:
Feliz..algo más de medio siglo.
Besos.
Gracias, muchas gracias.
Que cumplamos muchos más.
Besos.
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