Impasible
sobre la pared de cal
podría permanecer
la lagartija de sal
y el tiempo recubrir
sus patas de oro y polvo,
telarañas sentir,
quieta, sin voz,
engullendo
las horas en loor,
que pasan por su lado
y tal vez algún insecto,
que atrevido osara callado,
se rendiría a sus fauces,
de tierna habladuría,
sonrisa amarga,
quejarse del mundo diría
que se mueve tras sus cortinas,
y su color cada vez se haría
más blanquecino,
por estar su sino
a flor de cal,
libre de todo mal,
las manos se mantendrían
impertérritas
y mudas,
esperando que una mosca
crezca
y el agua callada fluya
y el verde sereno asome
por las grietas del tiempo,
y ella sostenida la tome,
recreándose en lo que ve
acaso a una hormiga
a su lado discurra
por ella hasta entonces ignorada
y acaso diga
una palabra por otros dada.
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