Me asomé a
la balaustrada
de tus ojos
inquisidores…
y me
encandilé con tu figura
tersa y
sedienta.
Prendí mis
pupilas de mi asombro
y enorgullecí
de rojo carmín
tus honduras
sobre la
plata de tu horizonte
ardiente.
Y con la voz
del eco espumoso,
que me
devolvía el frescor de tu mirada,
planté mis
manos
sobre tu
espesura cubierta de mar,
sacudí mi
rostro para besarte
y me
estremecí de fulgor,
cuando me
sorprendiste
con la suave
caricia de tu mejilla
onduladamente vetusta y bella.
1 comentario:
Mañana, serán mis ojos los que desnuden tu amanecer.
Mañana, los pies bailarán contigo el vals inventado para mi.
Mañana, el sol nos guiñará para robarnos una sonrisa.
Y el pasado, quedará apostado en el quicio del silencio, amándonos a la luz de la luna...
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