Esos dos
hombres
no tendrán
manos ni
pies
para
depositarme en la oscuridad,
sucumbirán
las horas
para
llenarme de paz,
las
palabras
fenecerán
con mi
rostro hirsuto,
yermo de
día.
Con su
vida
tropezarán
en el
lienzo policromado de la mía.
Vaciarán
mis
alforjas
para
allanarme el camino.
Descenderán
de su
apatía
para
alcanzar mi desatino.
Lucharán
contra el
tiempo y la oscuridad…
Ni pies,
ni manos
tendrán…,
esos dos
hombres
recostados en la muerte.
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