viernes, 6 de noviembre de 2015

SI YO FUERA EL HOMBRE MÁS FELIZ DEL MUNDO

Si yo fuera el hombre
más feliz del mundo,
reiría sin devolver
nada a cambio
reiría sin descanso,
descansaría entre las blancas sábanas,
adormeciéndome liviano en su remanso.

Si yo fuera el hombre
más feliz del mundo,
lo sabría todo el mundo,
las gentes me adularían,
la muchedumbre me idolatraría,
el  gentío me abriría paso
y yo continuaría sin hacerle caso,
riéndome y riéndome sin palabrería.

Si yo fuera o fuese el hombre
más feliz del mundo,
reiría a batiente carcajada,
a mandíbula locurada,
con toda la nocturnidad y alevosía,
salpicando hasta la alborada,
de profunda idiocía,
para tomar las riendas del saber,
del poder,
del creer,
de la vida alocada.

Si yo fuera el hombre
más feliz del mundo,
nadaría en el mar bravío,
y desharía tu tono iracundo.
Deshonrarían mis nalgas
para hallar un mar cargado de algas.
De toda suerte de desvaríos…
yo, yo me río.

Si yo fuera o fuese el hombre
más feliz del mundo,
rompería las tristezas
en mil quinientos pedazos
y me quedaría a dormir en tu regazo
para caer en cien mil vilezas,
para unir cada una de las piezas
del puzle de cartón.

Si yo, yo fuera el hombre
más feliz del mundo,
volvería a reír y reír,
me revolvería en la risa,
en la carcajada honda,
pausada y profunda,
perfumada y sin prisa
de mi vecino edu-cado
que lucha por vivir,

aquí, en el bar de al lado.


1 comentario:

Lola Fontecha dijo...

Sonreiría como nuestro vecino de la Calle Navas... Genial idea el poema