Dudé un
instante en decirlo,
la noche
había sido larga e incómoda,
los hados
recorrieron mis sueños
y no
cesaron de traerme recuerdos,
acumulándose
como una tómbola
y como un
tiovivo rondó mi pasado.
Dudé y la
duda me corroía,
la
quemazón sólo tenía un dueño.
Vacilé en
el umbral de la vida,
dudando de
todo lo inacabado,
incluso de
la verdad y la ciencia.
Y dudé,
dudé hasta extraviar la conciencia,
observé
con sumisa extrañeza
que las
canas habían acudido con presteza.
2 comentarios:
Y dudando la vida fue manchando con su duda la historia.
Gracias, mi Lola, sin lugar a duda.
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