Ojalá la
nieve y la amistad
nos cubran
eternidades,
que sobre
este cerro,
amigo Juan,
ya nada nos
alcanza
y podemos
decir, hasta aquí.
Que el
unicornio azul
de nuestra
juventud
revolotea
nuestras canas,
en este
cerro de la vida
con nuestras
alforjas
de ilusión y
esperanza cargadas,
y
amanezcamos insuflados de respiración
hasta
alcanzar la cima de la montaña final.
Ojalá los
árboles nos arropen
con sus
verdes alfombras
y los
pájaros trinen a nuestro lado
en un canto
de liberación total
en la senectud
dorada.
Que el
unicornio azul
nos acompañe
entre las blancas nubes
de nuestro
estío del sur.
Y bese
nuestras mejillas
abiertas de
pura libertad.
Ojalá nos
abracemos en la cumbre,
trotando,
pertrechados de nuestras ideas,
satisfechos de
la vida,
exhalando nuestra
amistad,
y la lluvia
fina nos refresque con obstinación,
nuestra
cara, nuestros brazos,
nuestras
camisetas negras…,
porque todo
nuestro ser será testigo
del
sabor a juventud y experiencia.
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