Ratas,
entre un
muñeco de peluche
y una vida,
tal vez dos.
Ratas,
inhumanas
ratas
en la
miseria errada
que te
acompaña,
absolument,
plein de
matin,
tu mañana
sin mañana,
pas du tout,
jamais
personne ne
te regarde,
y suena mi
voz,
mi lamento
con tu rata.
Ratas,
entre un
muñeco de peluche
y una vida.
Si quieres
verme,
búscame
entre ellas.
Si quieres
buscarme
puedes verme
entre ellas.
Mis manos
vacías,
mis ojos
vacíos
ya no miran más que ratas,
ratas, más
ratas.
Ratas
entre un
muñeco de peluche
y una vida.
Y mis manos
vacías,
mis ojos
vacíos,
ya no miran
la vida,
tu vida.
¡Ratas!
Mis cuencas
son ratas
que te quieren.
¡Ratas!
La vida se
te escapa
entre
insufribles ratas.
Grandes,
grises, enérgicas
Ratas.
Ratas
entre un muñeco
de peluche
y una vida.
En un carpe
diem
terriblemente
imperecedero,
que perece
lúgubre
en las
sombras del tiempo.
Ratas.
¡Qué mundo
roedor
que es una
rata con el humano!
Todo un
cráneo soluble
en las
miserias del día,
nuestras
miserias,
y una mano
extendida
demandando
una partida.
Todo un
hormigueo de colores
avanzando
con sudores
lentamente,
sin entusiasmo,
explotando
el combustible
de sus
vientres en quejumbre,
sed de prisa
aliviada, inacabada.
Hay ratas en
París,
hay
espíritus en París ,
en aquella
cloaca de la vida,
en aquel
amasijo de seres,
en aquel
enjambre,
en aquella
maraña
entretejida
en el devenir.
Rien ne va
plus.
Hay ratas en
París.
Ratas
entre un
muñeco de peluche
y una vida.
Ratatouille
dejó de ser muñeco
en aquel
enjambre…
de ratas.
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