miércoles, 14 de diciembre de 2022

ANCLADO EN EL OLVIDO…, TAMBIÉN EN NAVIDAD


Cuan rompedor y trágico es el olvido…

No me llames, aun en mi errar,

pues errante quedo entre luces festivas

por los inhóspitos parajes sin destino.

Callejuelas cerradas y ásperas,

de duro adoquinado,

en simples zapatillas,

que me hallan desnudo,

pasos de pústulo rumbo

que me golpean de monotonía,

tan solo adulterada por músicas festivas.

 

Y tú, me encuentras cerrado,

compungido y pobre,

y yo, te tropiezo sin abertura,

sin una mísera apertura

a tu mundo pulcro y festivo.

 

Y me pudro solo.

Solo, solitario, soledad.

Palabras que me llenan de dudas el corazón,

que claman tu atención,

que me mires entre los regalos que portas

para hacerte feliz,

esa felicidad indigna y festiva.

 

Miedo, terror, temor, pavor.

Sentimientos de día tras día,

de noches con noches,

mi calle es mi cárcel,

mi luz es mi sombra,

mi sombra, mi figura,

mientras clamas al cielo

tu figura límpida y festiva.

 

Cárcel, sombra, negrura.

No me llames más,

soledad y olvido…

En el vórtice de mi ansiedad

te lanzo mis lívidas miradas,

te ofrezco mi voz como hermano,

carezco de otra cosa,

solo toma mis manos y mi voz,

y deséame, ¡Feliz Navidad!






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