En dicha tertulia recité los dos poemas míos siguientes:
CREA SU MUNDO LA PRIMAVERA
Crea su mundo la primavera
inconsciente y sincera,
en la mirada de una mariposa
de un niño enfermo,
en el aleteo de las pestañas
de un anciano infeliz,
en el aroma de azahar
de una guerra exabrupta,
en el latir desacompasado
del corazón de un desvalido.
La primavera no entiende
de miserias ni mendicidades,
mira al este y se sincera con el sol,
trabaja sin prisa ni descanso
ni sobrevive cegada de atonía.
Es cómplice de eterna canción,
y presume de su hermosura,
entre fragancias sin mesura.
La primavera asimila sus reflejos
y se abraza a la vida en libertad.
Desatiende las imbecilidades humanas,
entre las guerras inhumanas.
Los desagües imperceptibles
de agua clara y alma cándida.
¿Será que para alcanzar
la espectacular explosión de la primavera
habremos de quedar exhaustos
ante el soplo invernal?
LOS VERSOS DE LA FLORACIÓN
Se prenden de mis fértiles dedos,
tornan selectivos mil olores prístinos,
el aire fresco se aferra en mi cara
y seduce los versos de la floración.
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