Revienta mar,
reviéntame las sienes
y llórame en los ojos,
espuméame la boca
para cicatrizar mis heridas.
Resécame los labios,
¡agriétalos!,
que no quiero más dolor,
¡inúndalos!,
Tiemble mi sonrisa,
que no quiero más
quebrar mi corazón.
Revienta, reviéntame
hasta la empuñadura,
para desenvainar de alegría
el amargor de la ausencia.
Apacigua las olas tristes
en un remanso océano azul.
Revienta las voces.
rompe las cartas de la desidia
y espolvoréalas de azahar
para bañar de paciencia
el sol y la arena vespertina.
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