Y el aire se cubrió de mar y literatura, flamenco y poesía, chocos y boquerones... y papitas aliñás... y algunos que otros chicharrones… Unas doscientas cincuenta personas, a decir del Diario de Cádiz
Y algo menos según La Voz
(http://www.lavozdigital.es/cadiz/v/20110403/sociedad/cadiz-recorre-quinones-20110403.html).
Y gente, gente y más gente, en palabras de Antonio Serrano
(http://antonioserranocueto.blogspot.com/2011/04/i-ruta-fernando-quinones.html).
Era temprano, 10’30 de la mañana, y ya nos congregamos un buen número de entusiastas admiradores de la literatura y figura de Fernando Quiñones en el Bar Lucero. La gente se preguntaba que qué pasaba, tal concentración no era tan asidua, y menos aún sin ser los guiris de un trasatlántico.
Allí, su viuda, Nadia Consolani, ya nos agradeció la asistencia a través del megáfono. Y se leyó un texto de 'Las coplas de Luis El Mula'.
Desde el muelle, nos fuimos deslizando gracias al viento de Levante en calma (que nos respetó durante todo el trayecto lleno de la luz del sol primaveral) buscando el otro lado de la tacita, La Caleta.
Y vino la iglesia de Santo Domingo nos halló inmersos en poesía, y en sus escalinatas La Nardi nos dio el encuentro en la genial interpretación de Montse Torrent.
Íbamos muy bien de tiempo, pero para esta densa jornada lo íbamos a necesitar.
Y de día, ya es raro, nos dirigimos al Pay Pay, y en su cálida oscuridad, la voz de Paloma García nos deleitó con el relato “Noroeste” (del libro “Viento sur”) y las alegrías de Carmen de la Jara nos llenaron de la magia del “Arco del Pay Pay”. Eran las 11’30 h. y algo temprano para una cervecita y todo el grupo (yo iba magníficamente custodiado por los indocentes José Luis Rubio, de la calle San Juan, y Ramón Luque (llegado de La Isla), se dirigió al Callejón de los Piratas, donde el inconfundible Pepe Maestro continuó con el homenaje.
Y ya en la calle San Juan, estrechamente acoplados, bajo la atenta y extrañada mirada de una vecina en su balcón, esquina a Obispo Urquinaona, cerca del antiguo Salón Moderno, Miguel Ángel García Argüez leyó un fragmento del “Libro de las putas”.
Ya andábamos calentitos, nos sobraban ya las vestimentas, el sol no quiso perderse ni un instante de nuestro recorrido y, bajo su atenta mirada, nos dirigimos a La Plaza (el Mercado Central). Era temprano y se nos tenía que unir para deleitarnos con su embarazosa voz, nuestra Charo Troncoso. Y mientras que llegaban las doce y media, hora de la cita, paseamos por los puestos, nos hicimos una foto y nos tomamos una cervecita. El lugar del encuentro, entonces, era el puesto 171 (Pescadería y mariscos de Leo Hernández), pero la bulla del sábado en la plaza nos impidió reunirnos allí y nos dirigimos a un puesto del exterior. Enfrente, en una carnicería, compré unos chicharrones que nos supieron a gloria, acompañados de los indocentes Paco Rodríguez y Carmen, y los ya mencionados Ramón y José Luis, desplazados expresamente para el evento desde Estepona.
Y llegó Charo, muy embarazada ella, y cogió el megáfono y lo hizo suyo y bajo el cartel de “La Almadraba” tendió sus redes de la palabrería de Fernando, que recordaba las especies que se pueden capturar en la Bahía. «Decía Quiñones que para conocer en profundidad a una ciudad, había que visitar su cementerio y su plaza de abastos», comentó Blanca Flores…
Y me quedé sin batería. ¡Ay, cuánto lamento! Menos mal que Paco y Carmen llevaban su cámara, porque cuando llegamos al Palillero (ay, se me cayeron los últimos restos del papelón de estraza con los chicharrones), las risas afloraron con el ingenio de Kiko Butrón, que recordó el papel de Quiñones en la creación del festival de Alcances.
Después, en el portal de la casa de Fernando, la viuda nos quería invitar a subir, pero nos cabríamos… entonces Blanca nos leyó un emotivo manifiesto.
Y llegamos a La Viña, y en la calle de La Palma como cuenta la crónica del Diario de Cádiz: “La actuación de la agrupación de Tino Tovar, que interpretó un pasodoble en recuerdo a Quiñones, supuso uno de los momentos más memorables de la cita. Allí, en la calle de la Palma, mencionamos también a Juan y Jesús, los mariquitas que cuidan de la Virgen", apuntó Juan José Téllez.”
Y ya olía a Caleta cuando nos tomamos una manzanilla y unas aceitunas y enfilamos La Palma destino al mar, al mar de La Caleta y a la estatua de Fernando Quiñones, obra de Luis Quintero, donde se hizo una ofrenda floral de manos de Blanca Flores y unos arenques (que eran su delicia), que colocó su viuda a los pies. Luego la foto, en la que nos agrupamos todos en torno a él.
Y con hambre de pescaíto, nos encontramos todos apretujaditos en la Peña Juanito Villar, donde nuevamente Carmen de la Jara, Alfonso Baro (con una canción expresamente creada para la manifestación), Chipi y Javier Galiana (de “La Canalla”), Inmaculada Domínguez, Inmaculada Mora y suma y sigue…
Gracias, Blanca Flores, gracias Juan José Téllez, por ser los artífices de esta maravillosa experiencia, de ese estupendo encuentro… de ese matutino paseo quiñonesco. Hasta el año próximo, ¡que se repita!
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