Acabo de empezar un libro nuevo, "El arte de ser feliz", de Arthur Schopenhauer. Es un tratado de filosofía práctica. Son cincuenta reglas para la vida. Desde la convicción pesimista de que la vida de los seres humanos no depara más que decepciones, dolor y aburrimiento, el filósofo nos invita a servirnos de unas herramientas valiosas que nos brinda la naturaleza: los dones del ingenio y de la prudencia práctica. Muchas de las reglas de Schopenhauer recuerdan las de la obra Oráculo manual de Gracián.
Según Schopenhauer, "una felicidad positiva y perfecta es imposible, sólo se puede esperar un estado comparativamente menos doloroso". Pero, ¿en qué consistiría la felicidad humana? En primer lugar "alegría del ánimo" ("Nada tiene un premio más seguro que la alegría, porque en ella el premio y el acto son lo mismo". "Aquél que está alegre, siempre tendrá un motivo para estarlo, a saber, justamente, el de estar alegre"), en segundo, "la salud del cuerpo", después, "la tranquilidad del espíritu". Por último "bienes externos: en una medida muy reducida".
Quiero ir reseñando, cada día, una a una, espero que iniciemos juntos esta andadura y pensemos...
REGLA NÚMERO UNO
"Entramos en el mundo lleno de aspiraciones a la felicidad y al goce y conservamos la insensata esperanza de realizarlas, hasta que el destino nos atrapa rudamente y nos muestra que nada es nuestro, sino que todo es suyo. Luego viene la experiencia y nos enseña que la felicidad y el goce son puras quimeras que nos muestras una ilusión en las lejanías, mientras que el sufrimiento y el dolor son reales, que se manifiestan a sí mismos inmediatamente sin necesitar la ilusión y la esperanza. El prudente no aspira al placer, sino a la asuencia de dolor (Aristóteles).
Reconocemos que lo mejor que se puede encontrar en el mundo es un presente indoloro, tranquilo y soportable: si lo alcanzamos, sabemos apreciarlo y nos guardamos mucho de estropearlo con un anhelo incesante de alegrías imaginarias o con angustiadas preocupaciones cara a un futuro siempre incierto que, por mucho que luchemos, no deja de estar en manos del destino... ¿Por qué habría de ser necio procurar en todo momento que se disfrute en lo posible del presente como lo único seguro puesto que toda la vida no es más que un trozo algo más largo del presente y como tal totalmente pasajera?"
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