jueves, 4 de noviembre de 2010

HACIA LA VIEJA CASA

No puedo esconderme

entre los matorrales

y flores silvestres

del camino sedente.

Ya están secas, marchitas,

hieren mis estériles venas…

insensibles…


Tumbé mis horas muertas

deslizándolas

por la negritud de la noche

y las hojas resecas

de un áspero y mustio libro

se adormilaron recostadas

en el lecho trémulo y polvoriento.


No encuentro la desalentada voz

en la cárcel de los recuerdos,

deslumbrado en la niebla,

amaneceres somnolientos,

luna quebrada

que perpleja me observa

desdibujada en el paisaje,

febril,

pensativa,

en un párrafo,

de pensamientos celestiales…


Devuélveme la luz, amanecer.

Devuélveme la sal, mar.

Recréate en mí.

Dejaré volar la infancia y juventud

hacia la vieja casa

de su libertad.

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