sábado, 7 de febrero de 2015

SIN UN RESQUICIO PARA LA LUZ


El día fenece triste y apaciguado,

lentamente recubierto

por las manecillas del reloj,

inexorablemente deshecho,

muerto, sin alma,

apesadumbrado, en ausencia,

sin un resquicio para la luz,

sin un lamento para el olvido…,

con las manos extendidas

buscando respuestas

y los ojos llorosos

que se avergüenzan

de mirarse al espejo.

 

Y tomo las armas de furia,

blandiendo el sable sediento,

hacia el acantilado rompiente del futuro.

 

No quiero dar un paso más,

no puedo dar un paso más,

no siento dar un paso más.

 

El día se desgarra

entorpeciendo mi pensamiento,

deforme y podrido,

que alcanza mis sentidos,

que transforma mis lamentos

en alimañas al viento,

en un rápido sinsentido,

tormenta de mar aceituno.

Te presiento…

serenamente taciturno.

 

¿Es miedo en tu rostro?

¿Es una máscara grotesca?

¿Es un baúl macilento?

 

Mi temblor se recrudece,

mis pies se reblandecen

al pisar los caminos hacia el fin,

al buscar el refugio en ti…

 

¡Oh, soledad!

¡Oh, tremenda soledad!

¡Oh, soledad piadosa!

¡Oh, soledad entristecida y sola!

¡Soledad!
 
 

 

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