jueves, 18 de agosto de 2022

QUE NO SE NOS ACABE ESTA NOCHE

 

El rumor del deseo encuentra expertos

nuestras manos y nuestros sexos,

alegoría de una noche inmensa.

 

Desnudos al cálido amanecer

prendidos de un torbellino

de latentes luces vestales,

sorprendiendo las hechuras

de nuestras impolutas sábanas,

sobre las que hemos amado,

y caricias seductoras colmado,

la serena plasticidad del amor

de un fértil óleo pastel en un clamor.

 

Y las laxas curvaturas del tiempo

se anudan en torno a nosotros,

en pleno goce de nuestro tálamo,

que nos regala el esparcido rumor,

en un susurro de dulce brisa,

en una paz marina y reposada,

que atesora la génesis de la vida,

en la fascinación áurea del amanecer

de utópicos sueños futuros,

de ilusiones que nos acuna surtidor

en la festiva penumbra del día.

 

En un desorden de tenue luz,

en un mundo propio desinhibido,

déjame de nuevo acariciar tu espalda

con mi viento en los dedos,

entre las curvas de tu nombre

que se pierdan entre tus laterales

y las vocales abiertas selladas,

que hallan recónditos versos a la callada.

 

Déjame de nuevo brindar al amanecer

por nosotros, por nuestros designios,

por un cálido amor sin dueño.

Y oler a café encendido en la cocina…

Y proclamar nuevos besos ardientes,

labios a savia viva e intensos,

nuevos abrazos vírgenes y silentes,

en toda la profundidad del mar inmenso.

Que no se acabe esta noche.

Que no se nos acabe esta noche.

Que huele a dios y espacios terrenales,

a fauna y flora, agua y tierra.

A extraños y propios,

a vida y suerte,

a paz sin muerte,

a luz en la nocturnidad,

a llamadas sin destino,

a paseos vespertinos,

a primaveras y otoños,

a inviernos sin recodos,

a veranos plenos de almas disueltas.


Que no se acabe esta noche.

Que no se nos acabe esta noche.

Y en cada esquina encontrar un futuro,

sin dudas,

una razón,

una partitura,

una canción,

que nos alumbre la locura,

la matutinidad de nuestros serenos cuerpos

pero irremediablemente latentes.

 

Y todo comienza en nosotros,

en una mirada, en un susurro,

en una voz, en un liviano murmullo,

en un gesto que ara los corazones,

pues pongamos nuestro broche.

Que no se acabe esta noche.

Que no se nos acabe esta noche.

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