domingo, 15 de diciembre de 2019

ARRIMADO A LA NOSTALGIA

A LOLA FONTECHA

Como fluyen las olas entre las estrías del espumoso océano,
permites las deidades desde los albores a los atardeceres.
Los dioses con nuestro amor andan rebeldes e impacientes,
el silencio ocultan, desbrozan blancos algodones latentes.
Como un cuerpo brotan nuestras almas siempre discentes,
crean musas del aire, musas del fuego, musas del mar…
Escrituras de sol y agua en el envés del día naciente,
retozando besos entre rocíos de verdor y almas de paz.
Ya quisiera la luz de las estrellas unirse para nosotros,
y alumbrar la quietud de la noche alunada en el universo azul.
Ya quisieran los brotes de niebla al amanecer penitente
aquietar nuestras imperturbables vides y olivares.
Porque tus miradas exaltan la grandeza de la vida celestial
en coros de bajos, contraltos, sopranos y tenores;
arrimados a la nostalgia de una lluviosa tarde verde,
tras los cristales límpidos del goce de vida ardiente.
Porque tu sabor llena mi vida de vivos colores
que resplandece tatuado en mi ardiente frente
administra las áureas complacencias del futuro virgen.
Y amamantas felicidades inquietas en mí convergentes
para vivir las horas de luz entre tus manos en mil loores,
para crear sexo noctámbulo que de goce acrecienten
la unión de la verdad y la grandeza de nuestros corazones.
Porque estás y retornas en mí sangre renaciente
como cada primavera que engendra feliz la vida
sin confusiones, sin espacios, que la paz alientes…

(Tendrás que matarme para morirme muerto,
tendré que vivirte para vivir en mí.)



2 comentarios:

Lola Fontecha dijo...

Arrimada a la nostalgia, se me acomoda la vida en ti. Espero con ansia un nuevo encuentro y me apuro a disfrutarlo como si no hubiera mañana. Te quiero muchísimo

Paco Velázquez dijo...

Te quiero, mi vida, y bien arrimado a ti.