martes, 10 de junio de 2025

CHICLANA TAMBIÉN ACOGIÓ HQLMND

El pasado sábado sábado, en el Museo de Chiclana, de manos de su director, Jesús Romero, fue presentado "HASTA QUE LA MUERTE NOS DEPARE". Una magnífica presentación en la que me vi muy bien acompañado por grandes amig@s, como José Manuel Misea, José María Jaén, Charo Sánchez e Ignacio Santos, que leyeron poemas del libro. Paco Luque puso los momentos musicales (que no pudo acompñarnos en vivo por enfermedad, pero sí lo hizo a través de vídeos).

Jesús Romero hizo un recorrido muy bien entrelazado y fundamentado por todo el libro que entusiasmó a tod@s l@s asistentes. Muy enorme agradecimiento.

Sin lugar a dudas, un sitio magnífico y un gran anfitrión. Gracias a tod@s.

Gracias por las fotos a José María Jaén (que, además, confeccionó un hermoso vídeo), Ignacio Santos, Charo Sánchez y Francisco Salvado.



























Entre otros textos, leí el de LA MESA CAMILLA, con dibujo de Lola Fontecha que se puede leer a continuación:


"No tenía escapatoria. La barba me cubría el rostro desde hacía tres días y la cerveza, caliente, restregaba mi garganta mientras suspiraba de temor… A centímetro por hora, me hundía entre los cojines y el sudor…

Las rodillas casi me llegaban al suelo, la espalda poco a poco iba desapareciendo, engullida por la mesa, mi mesa, aquella mesa, mi mesa camilla…

La espalda se retorcía en el borde del sofá, mientras mis extremidades inferiores se perdían ya en la oscuridad de sus faldas… En una nocturnidad creciente, no me sentía ya las piernas, desaparecidas en el abismo cenagoso que me sorprendía lentamente…

Cuando llegué al cuello, la cabeza se aprestaba a volatilizarse y mi cerebro luchaba por comprender lo que me estaba pasando… Todos mis miembros se habían esfumado. Era una simple cabeza.

La mesa, mi mesa, aquella mesa, mi mesa camilla había tomado vida, mi vida, aquella vida, mi vida… creada, criada por mí, que ahora se me rebelaba, asumía mi negro futuro incierto.

Paralizado de pies a cuello, solo tenía una certeza, la certeza de mi cabeza. La pude mover un poco, miré hacia un lado y hacia otro. La mesa había engullido mi cuerpo con todas mis extremidades.

Han pasado diez años. Sigo atrapado, siento frío en mi no cuerpo, la luna se refleja esta noche en el cristal de mi balcón, está oscuro, nadie aparece, nadie me echa de menos, nadie encuentra cobijo en mí. Mientras, en el salón se cierne la oscuridad una noche más. El tiempo pasa rápido. Envejezco sin cuerpo, ¿adónde te habrás ido?"


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